Digamos que se tenían ganado un directo, después de tantas y tantas horas de DVD. Mantuvimos firmes la sorpresa, hasta el mismo día, después de la siesta.
Todo fue bien: No hubo bronca adulta a lo largo de la enrome cola de la entrada, personalmente me emocioné con la salida de los artistas (pura empatía), y los niños disfrutaron del espectáculo, sin (afortunadamente) llegar a darle la vuelta al asunto y convertir su emoción en lloros.
1 comentario:
Qué lejos quedan los cocos huecos...
Tocotoc, tocotoc, tocotoc,...
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