Cuál fue mi sorpresa cuando, mientras agudizaba la vista y mantenía el dedo sobre el disparador de la cámara para retratar a un amigo, ante mis ojos apareció este Señor, que tras cascarse los 3000 m de travesía a nado, avanzaba hacia meta ayudado por dos voluntarias.
Todos los que salieron en esta prueba popular tuvieron su mérito, pero el participante de la foto, además, nos regaló sin quererlo una pequeña enseñanza a mis hijos y a mí.
Pd1. Y llegó justo delante de A, que es por cierto el que me deja atrás en las cuestas del Pirineo...
Pd2. Si no llega a ser por un voluntario en canoa, que le corregió el rumbo, mi amigo ahora estaría llegando a Islandia. O sea, David Meca II.
1 comentario:
Ese coraje me emociona.
Publicar un comentario