He llegado hasta la mitad.
Me ha podido, ese ritmo cansino, en esa habitación humilde atestada de la madre, el hijo y los amigos activistas.
Aunque, mira qué texto:
"... temblaba de impaciencia el corazón de la madre, miraba perpleja a cuanto la rodeaba y llenábase de asombro ante aquella penosa simplicidad".

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