Pasamos la frontiere tras la prevista parada de la gendarmerie por el tema de los migrantes que quieren pasar a territorio francés. Salida directa a Biriatou, de lo que no me había percatado antes.
Aparcamos en una agradable área recreativa junto al Bidasoa, inútil en estas semanas de frío continuo y nieve por encima de los 600 metros.
Un sendero nos sube rápidamente hasta el casco de Biriatou, que pasamos tangencialmente y enseguida vamos abandonando (casas aisladas, algún gîte).
Al poco de coger la pista y el GR, carteles de batida de jabalíes, y hasta otro más loco que marca que el GR está "cerrado por obras" (glups). Preguntamos a un cazador quien, en euskera, nos da su bendición para seguir (y menos mal).
Buen sendero que zigzaguea y pasa a la vertiente NE de la cresta, donde el fino "viento francés" se hace notar. O pelo largo, o gorro.
Llegamos a la cima, que es prácticamente una planicie, con una preciosa vista sobre un Larrun y una Aiako Harria bien nevadas. Aquí los Pirineos van cogiendo carácter y elevándose poco a poco.
El descenso es tranquilo, siempre por buen sendero o pista. Se ve a mucho randonneur, también korrikalaris de montaña. Los de la batida, con sus chalecos naranjas, tienen rodeado el Xoldo completamente.
Llegamos abajo, junto al Bidasoa. Bajan dos endureros (un colectivo que echaba a faltar, sólo faltaban ellos). Ahora se trata de seguir una pista de tierra y después asfaltada que, pasando por casas aisladas y encajadas entre el río y la montaña, nos lleva de vuelta hasta el área de pic-nic.
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