sábado, 29 de septiembre de 2001

Slovenija-Italia (2001)




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Viaje en el Polo a Slovenija e Italia (15 al 29 de septiembre de 2001).

introducción:

Largo tiempo atrás, después de concluido el RL’sDream 2000 en la Cordillera Cantábrica, la idea de visitar el Norte de Italia y establecer un compendio entre montaña y cultura, se materializó en la idea concreta de visitar Eslovenia. Esto conjugaba a la vez la cercanía geográfica al país transalpino, que lo impregnaba de su carácter montañoso, y al vez encerraba en un territorio como media Extremadura un país independiente, con idioma e historia bastante diferentes a las de su vecino más famoso. 

Así pues, dispuesta mi compañera Beatriz a embarcarse en la misma idea, y con la ayuda inestimable de la guía en inglés Lonely Planet sobre el país, durante largos meses hemos ido dando forma al sueño. Un país cercano, al fin y al cabo se encuentra en la Europa central-oriental, pero a la vez lejano si tenemos en cuenta que el compromiso alcanzado requería ir, ver y volver en nuestro coche particular. Gusté de dividir el viaje en cuatro bloques, a saber:

El viaje, que nos llevaría entre ida y vuelta de cuatro a cinco días:
  • La Costa y zona media-sur del país,
  • La capital, Ljubljana,
  • La zona alpina (Alpes de Kamnik y Alpes Julianos-Parque Nacional Triglav).
De esta forma y con todo el camino al menos pensado, la carretera quedaba toda por delante. Salimos de Amara con todas las ganas de ver y patear por todo aquello que era hasta entonces una promesa. Salimos con ganas también de que el viaje nos uniera más y de apoyarnos en las posibles dificultades del camino.

s15: Donostia⇒Ovada (albergo Italia). 

Salimos temprano, por fin llegó esa realidad sólo pensada durante meses. El viaje se desarrolla con toda normalidad, de igual modo que con toda normalidad el cansancio se va acumulando, kilómetro tras kilómetro. Paramos dos o tres veces, no importa mucho. Lo que recuerdo más es lo agobiada que pasó Beatriz la zona (larga zona) de galerías de la costa franco-italiana. Yo, al menos, iba entretenido entre el tráfico, los túneles y las curvas, curioso cóctel no muy apetecible por cierto.

Salimos a duras penas de la autopista, aun en zona montañosa, y con algún túnel sin iluminar (!). Pasamos por Rossiglione, pueblo elegido para nuestra primera pernocta. La señora del supuesto alojamiento, tras alimentar debidamente a los patos en plena calle, nos envió amablemente a Ovada, un pueblo mayor, situado unos kilómetros más adelante en el mismo valle. Tras el consabido despiste al goger el desvío, con su correspondientes gritos, condeguimos llegar al susodicho. La primera intentona no surte efecto: El amable “bigotitos” nos remite a otro hotelito, en pleno casco de la villa.

Nos hacen meter el coche en el patio interior del mismo, lo que me tranquiliza más que si lo hubiera dejado en la plaza. Tras dejar nuestras pertenencias, sólo las indispensables para pasar la noche, damos una vuelta por el casco, y entramos a cenar a un coqueto restaurante. Degustamos unos platos que los pedimos por sonoridades y por adivinación. No obstante, es difícil fallar en la elección y la cosa estuvo rica, excepto el vino, del peleón.

d16: Ovada⇒Piran (Hotel Fiesa). 

Tras un desayuno nada generoso servido por el “pajaritas”, salimos hacia la autopista, que no nos depara ya más que un túnel más. La autopista es buena en todo el recorrido italiano. El cansancio acumulado de los 2 días se hace notar, y antes de lo esperado entrego el volante a Beatriz. A medida que enfilamos el golfo de Trieste el tiempo se nubla, más bien se ennegrece. La lluvia, la tormenta, no se hace esperar y nuestra llegada a Trieste y la frontera es triste. Cambiamos algunas liras a tólares y
buscamos Piran.

En un ambiente típicamente cantábrico llegamos al camping en que pensábamos alojarnos. Cerrado, sigue lloviendo. Optamos por alojarnos en hotel. Hay 2 en este lugar, uno a cada lado de la playa. Cogemos el único en el que había plazas (el otro parecía más elegante, en todo caso).

La recepcionista no es muy antipática y estamos contentos de estar aquí. Llamo a la ama desde el móvil (primera vez desde el extranjero), mientras caen tremendos relámpagos sobre la zona. Alucinamos bastante. Salimos a pasear, y aunque no tiene buena pinta, nos acercamos por el paseo de la orilla hasta Piran, que ciertamente es precioso. Hay poca gente, y menos turistas, lo cual no está nada mal para un sitio así.

Recorremos el puerto y algunas calles y sacamos fotos.

Retornamos al hotel, ya de noche (una hora antes que en España, aproximadamente). Agarraditos de la mano para no caernos y con el rabillo del ojo dirigido hacia el acantilado sobre nuestras cabezas.
Satisfechos, cenamos las cosillas que trajimos de Donosti. Agradecemos poder estar secos y cómodos con lo que hay fuera. Aunque sea más caro que el camping, no hay color cuando las cosas se ponen feas.

d17: Piran (costa eslovena, hotel Fiesa). 

Desayunamos en el hotel, al estar incluido en el precio. Paseamos otra vez hasta Piran, a coger el autobús. Pasamos el día, nublado también, en las “tres ciudades venecianas”: Koper (Capodistria), Izola y Piran (Pirano). La nota negativa la pongo al perder mi querida y práctica (no sólo porque me ayudara a ligarme a Beatriz) gorra kangol.

Tras los dos primeros pueblos, retornamos en bua a Piran, que es el más bonito de los tres, sin duda alguna. Sacamos dinero en uno de los cajeros y tomamos otro café en la concurrida cafetería de la plaza. Otra vez de noche, pasamos por el curioso paseo hasta el hotel.

m18: Piran⇒Ljubljana (Cerknika, camping Jezero). 

Partimos hacia el centro-sur del país, en busca del prometedor castillo en la roca y el lago fantasma. La autopista que lleva a la capital y a esa zona interior (nota: no admite pago con tarjeta aun) es buena y nos transporta por un paisaje rabiosamente verde.

Esta es la cara que presenta este país, inundado de pastizales, casitas preciosas y bosque. Un bosque autóctono que para este país quisiera yo...

La primera parada, el castillo de Predjama. Presente en la portada de la guía Lonely Planet que compré el año anterior a ir. Impresionante escenario, digno de de cualquier fantasía Disney. Incrustado en la roca caliza, en una pared cavernosa. Sobre él un bosque y debajo fluyendo un río que surge de las profundidades del karst. Fantástico, aunque no nos detuvimos a visitarlo en su interior; no dudamos en que no podría superar la espectacularidad del exterior. Seguimos tranquilos por carreteras secundarias hacia Cerknika. 

Las distancias no son largas y estamos en este pueblo mediano enseguida. Nos encontramos un tío simpático (de los pocos que nos topamos de ese talante) que en la oficina de turismo (estaba cerrada para esas fechas) nos sacó varios folletos y nos mostró el mejor recorrido para llegar al lago y al castillo, el segundo de la jornada.

El lago, que es un poljé y aparece en otoño y se seca en verano, me cautivó especialmente, y lo recuerdo a menudo. El ambiente de paz y soledad era abrumador. Un gran lugar, pena que las diapositivas no le hagan justicia. Nos deslizamos por otros bellos parajes hasta el castillo de Sneznik, toda una preciosidad también. El bosque te envuelve: Recuerdo que alrededor del castillo, hacia el Sur, la sensación que tenía era de naturaleza vírgen, de esa que el hombre no la ha tocado mucho, ambiente casi tenebroso, con el pico Sneznik, nevado ya, detrás de todo aquello.

El castillo, antigua residencia de verano de una acaudalada familia austríaca, es bellísimo, aunque esta vez se impone una majestuosidad serena, al contrario de los vértigos que imponen el de Predjama, más “dramático”. Está rodeado de un foso con agua, y al lado se encuentra el local, de nueva construcción, de “Amigos de Sneznik”, donde tomamos un café Lorix y yo.

Ante la imposibilidad, o más bien, el trastorno que nos podía ocasionar en nuestros planes, no nos acercamos más hacia el monte Sneznik, no sin pena por mi parte. [Este pico es el monte más alto de Slovenija fuera del macizo alpino, y alberga gran parte de la fauna más salvaje del país].

Desde este lugar, tomamos la ruta hacia Ljubljana, la capital del país. Se levanta en una gran depresión, lo que ayuda a que la niebla sea compañera en muchas mañanas a lo largo del año. Con el habitual despiste y el consiguiente enfado, acabamos dando con el Camping Jezero, el único de la city. Está bastante desocupado, y siendo los bungalows bastante caros, nos hacemos con una parcelita donde plantar nuestra Vaude Explorer.

x19: Ljubljana (camping Jezero).

Lo inmediato a llegar a Ljubljana, una vez establecidos en el camping, fue visitar la ciudad, obviamente. Afortunadamente, durante los días de estancia en el cámping, en el que eres más vulnerable a la climatología, tuvimos la suerte de no padecer lluvias, lo que hizo agradables las actividades alrededor y dentro de la tienda.

El autobús de línea (en el que si no dispones de pase hay que abonar el importe exacto) nos lleva hasta el centro urbano. Pisamos en primar lugar grandes avenidas repletas de tiendas y mucha gente pululando. Un cierto aire a ciudad del Este (de las de detrás del Telón de Acero) se hace notar. La influencia occidental creo que, a día de hoy, es más notable, sobre todo en la pooblación a la vista. Entre la juventud más rabiosa hacen furor el móvil y demás artículos de consumo propios de la época. Las compañías de Telecomunicaciones, por lo que vemos, también hacen su machacona
labor en Eslovenia.

La raza eslava no nos resultó, por lo visto no solo en la capital, sino a lo largo del viaje, especialmente atractiva. Los jóvenes son bastante delgados; eso sí, pero las chicas son raramente guapas o atractivas. Al menos es lo que me/nos pareció. En cualquier ciudad vasca o española veremos sin duda chicas muchísimo más bellas que allí.

La ciudad en sí misma es bonita, agradable. Sobre todo, claro, el centro antiguo: La zona del río, el ayuntamiento, el mercado y las callejas estrechas con coquetos comercios. El castillo, en lo alto, destaca en una preciosa estampa.

El resto es una ciudad con poca personalidad, comercial y bulliciosa. Visitamos también el gran parque Tívoli, y el interesante museo etnográfico situado en uno de sus extremos. Aquí admiramos la trabajada exposición de los orígenes, avatares y fundación de la República de Eslovenia durante todo el siglo XX.

j20: Novo Mesto-Otocek-Krka (camping Jezero). 

En la carretera de Ljubljana a Zagreb nos encontramos con el que venimos en llamar “La ciudad invisible” de Slovenia: Novo Mesto. Esto, debido a lo que nos costó encontrar el casco histórico de la villa. Una breve visita, de la que nos quedan, a mi modo de ver, algunas de las más bonitas fotos del viaje: Las coloridas casas sobre la misma orilla del río Krka, algunas embarcaciones, la torre de la iglesia en lo alto, la vegetación teñida de otoño.

Desde aquí, ya por carretera secundaria, (en esta “ciudad invisible” ocurrió curiosamente que nos cruzamos con un trailer de mercancías de Gipuzkoa) arribamos a otro de los castillos visitados, el de Otocec. Actualmente habilitado como hotel de lujo, tiene la única pega de encontrarse cercano a la ruidosa autovía que comunica con Croacia. Se sitúa en una islita en medio del cauce del Krka, en un paraje bucólico y bello de veras. Muy cinematográfico también.

Es el tipo de río que a todos nos gustaría ver correr por nuestra Euskal Herria, por nuestras comarcas más industrializadas, si omitésemos que el desarrollo tal y como lo conocemos necesita en muchos casos precisamente del agua para funcionar.

De vuelta hacia el Norte, por la carrtera que es fiel a este cauce, visitamos varios puntos de interés. El centro de baños termales de Dolenjske Toplice, la Abadía de Sticna, y tras un poco de rally con el Polo por un estupendo bosque, el castillo de Zuzenberk. Llegamos al mismo con la mejor luz del atardecer, que lo vestía de un bello amarillo caluroso. Aprovechamos pues esta luz para mejorar nuestras fotos. Tras bajar un puerto, que en algún tramo me recordó al descenso de Bidania a Régil,
tomamos el valle que, cansados ya, nos acercó al camping.

v21: Kamnik-Kamniske Alps (camping Jezero). 

Muy cerca de Ljubljana, al Norte, nos topamos con los Alpes de Kamnik. Antes de acceder a sus faldas, llegamos a la villa que les da nombre. El terreno hasta las montañas es llano, y sólo al final el estrecho valle se eleva algo. Esto indica claramente el desnivel que deben imponer estas montañas, de menos de 3.000 m por otra parte, para su ascenso.

Kamnik es un precioso pueblo que pasaría perfectamente por austríaco, tal es la influencia alpina en su arquitectura y estilo. Calles empedradas, tejados rojos, anaranjados, muchos comercios... Un pequeño castillo amurallado se alza en una elevación rocosa en mitad del centro urbano. Pasamos una agradable mañana allí. En la TIC, pregunté incluso por el gran Tomaz Humar, nacido en la villa. 

También aquí nos atendieron muy bien. Escribimos postales a nuestros amigos y familiares (llegaron
a Donosti a finales de Octubre). Recorrimos hasta el final la carretera alpina, que acaba en Kamniska Bistrica, tan sólo un refugio-cafetría que es el último punto para los no montañeros. En esta ocasión
nosotros no ejercimos como tales. Las nubes, aunque blancas, iban cubriendo las cimas sobre nosotros, transformando a bastante velocidad lo que parecía un día despejado. En estas montañas, me temo, los cambios climatológicos serán a ritmo de polka alocada.

Como, visto el percal, no subimos en el teleférico a Velika Planina, volovimos a Kamnik, a darle otro repaso. Además, comimos en una agradable y coqueta pizzeria bajo el castillo (en la terraza y todo).
Volvimos a hora temprana al camping, así que tomamos, dejando el coche en el mismo, el autobús al centro. Echamos al buzón las postales y disfrutamos de un agradable por el centro antiguo. Paseamos nuestro romance por las callejas, bordeando el río, y merendamos otro delicioso pastel en el bar setentero de la pintoresca calle Stari trg.

s22: Ljubljana⇒Skofja Loka⇒Bled (Pibernik, Bled). 

Cerca de la capital también, al igual que Kamnik, esta vez al NO, se sitúa la bella Skofja Loka, bulliciosa villa en sábado. Aparcamos frente a uno de los supermercados “Market”, y enseguida entramos en la calle principal y más pintoresca: Mestni trg.

Jalonada de casas mediavales con frescos en sus fachadas, algún arbol centenario de hermoso porte e incluso un pilar conmemorativo. Recorremos dicha calle, cruzándonos con una boda en plena celebración popular eslovena, y ascendemos las escaleras que se deslizan hasta el castillo que gobierna el pueblo. Hoy en día, a parte de servir como escenario de la representeción de bodorrios, parte de sus estancias disponen de sala de exposiciones y museo.

Recorrimos dicho museo, de carácter etnográfico y naturalista. Daba buena cuenta de la historia desde el medievo, de los sucesos más importantes, aquellos que hicieron surgir leyendas, las transformaciones del propio castillo...

Así mismo tenía especies de la fauna más representativa del país, exposición sobre geología y etnología. Un paseo tranquilo nos lleva de vuelta al coche. Seguimos ruta por serenos valles, una
mezcla entre cualquier valle navarro pirenaico y otro alpino. Paramos un rato en Zelezniki a comer. Pasamos un bonito puerto alpino con claras reminiscencias de las guerras mundiales y de las batallas que en estos parajes se libraron, como a lo largo de todo el país por cierto. Pasamos por el pintoresco Kropa, justo a pie de puerto.

Enfilamos el valle que nos lleva a Radovljica, otro pueblo con su característica calle
medieval y donde esperábamos visitar el museo de la apicultura.

Llegamos por fin a Bled, gran foco turístico que ilumina con un penoso carácter kitsch a los turistas que son llevados y traídos a lugares como éste, que representan el ideal de lugar bello en la montaña de cualquier película de Disney.

Tras una estresante llegada en coche, que supuso un gran desencanto para Beatriz, las cosas se fueron enderezando hasta la satisfacción que supuso alojarnos en la Pensión Pibernik, auténtica super-casa rural-de campo en las afueras de Bled. No estuvo exenta, eso sí, de sus curiosas anécdotas nuestra llegada a esta preciosa y gigantesca casa.

Durante nuestra estancia, cenábamos en la habitación, ayudados del hornillo de montaña que llevamos como auxiliar del de camping-gas. Los desayunos eran excelentes, al mejor estilo europeo, para salir con las pilas bien cargadas. Durante el día comíamos algo que comprábamos en cualquier establecimiento, a poder ser repostería, que era deliciosa.

d23: Klagenfurt (albergue Pibernik). 

El domingo en Bled lo pasamos fuera. Decidimos, como teníamos previsto, hacer una visita de día a Austria, que no queda nada lejos de esta zona del Norte de Eslovenia.

Elegimos la ciudad de Klagenfurt, capital de la región del Sur del país en forma alargada de Este a Oeste llamada Carynthia. La meteorología estaba en sus momentos más pochos. Las nubes, metidas hasta abajo en los valles, xirimiri centroeuropeo, frío. Es decir, ambiente triste y gris, que en Klagenfurt se unía simbióticamente con la ciudad cuyos habitantes habían desaparecido de las calles,
literalmente. Por tanto nuestra visita a Klagenfurt pasó sin pena ni gloria dada la conjunción de calles desoladas, mal tiempo y ciudad no especialmente bella.

Haciendo un bucle entramos de vuelta a Eslovenia por otro paso de montaña más al Este, parando a comer (dentro del coche) en Jezersko (grandioso paisaje empañado por las nubes, una vez más).
Como nuestra visita a Klagenfurt no había dado mucho de sí, teníamos tiempo de alguna actividad por la tarde, y pensamos en visitar el Museo de Apicultura de Radljovica. Interesante el museo, muestra la gran importancia de esta actividad económica en Eslovenia desde tiempos inmemoriales, llegando a convertirse incluso sus abejas en preciados ejemplares para la exportación al resto del mundo (!).

d24: Bled-Vintgar-Begunje (albergue Pibernik). 

Este habrá sido uno de los mejores días, por lo bien aprovechado que ha estado, gracias a la meteorología y a la zona por la que nos movimos. Dimos la vuelta completa al lago de Bled, sacando bonitas fotos. Seguidamente y a pie visitamos la Garganta Vintgar, dentro del Parque Nacional de Triglav, impresionante por la fuerza del caudal, su estrechez y la pasarela en voladizo. Haciendo otro bucle pues no deshicimos los pasos en la garganta, y tras parar a almorzar en un predo, retornamos
a Bled-Pibernik.

Enseguida y esta vez en coche nos movemos hacia Begunje, muy cerca de Lesce, que por lo que decía la guía parecía bonito. Aquí, y mientras Beatriz me espera en el coche yo subo corriendo por el bosque a ver la ermita de San Pedro. Pude observar un precioso panorama alla arriba, con la verde llanura de Bled-Lesce a un lado y un bosque que parecía asturiano al otro. Un “baserritarra” hacía caer nueces al suelo con un palo al lado de la ermita, donde tenía la borda. Siguiendo la carreterita hacia el monte, y en pleno atardecer y al límite de capacidad de la Nikon, encontramos el espectacular (a pesar de estar en ruinas) Castillo Grad Kamen, en el que pasamos un buen rato. Los grupos de rescate de montaña eslovenos hacían prácticas en una pared cercana. 

De regreso a Pibernik realizo, aprovechando el efecto de la condensación a nivel de la tierra por efecto del cambio de temperatura, la bonita foto que ahora cuelga enmarcada en la sala-comedor de Chez Beatrice.

m25: Lago Bohinj (albergue Pibernik). 

Día gris este en que visitamos la parte más accesible del Parque Triglav. Mucho agua por todas partes: La lluvia, más o menos intensa, la enorme y espectacular cascada Savica, descendiendo desde el inmenso e invisible Pico Triglav, el grandioso lago Bohinj como centro neurálgico y competidor en protagonismo con el mencionado pico, las nubes pegajosas, adheridas a las laderas glaciares del valle.
Una visita meramente turística y menor en intensidad y compromiso del que Beatriz y yo hubiéramos deseado.

Después de recorrer en parte el lago, nos acercamos a Stara Fuzina a degustar una tabla de quesos autóctonos en el pequeño comedor de una casita del lugar (ref. Lonely Planet). Tras una siesta en el Polo adormecidos por la pesada lluvia, visitamos la sorprendente iglesia de San Juan Bautista, al lado del lago en su cabecera Este. Desgraciadamente en aquellas fechas se encontraba en fase de restauración y no pude retratarla desde el exterior. El interior sin embargo es más que interesante, con una arquitectura y sobre todo unos frescos mediavales realmente llamativos. Como casi siempre, se
agradecen guías-folletos bien explicados sobre lo que se muestra ante nuestros ojos, para poder aprehender lo máximo posible en estos devaneos culturales, a veces apresurados, del turista. Si además la guía está al menos traducida al inglés la labor del turista se ve facilitada bastante.

x26: Bled⇒Vrsic⇒Cividale del Friuli (Cividale, albero Pomo d´Oro). 

Esta fue la jornada en la que abandonamos Eslovenia, despues de estos días en los que todo nos fue tan bien. Seguíamos con mal tiempo, y no nos dio tregua ninguna ni para visitar el Valle Vrata (al pie de la inmensa Cara Norte del Triglav), fotografiar el impresionante panorama del Spik, o deambular por el imponente Paso Vrsic. Pasamos de largo del refugio situado en su cima para penetrar en el Valle Trenta, de clara reminiscencia italiana en su toponimia ya. Visitamos el nacimiento del río Soca (nadie por la zona), y después la perseguida Casa del Parque Nacional Triglav en Trenta, con una exposición e instalaciones a la altura de lo que uno espera del único y preminente Parque Nacional del País.

Nos acercamos a Italia, descendiendo por el sereno valle, vislumbrando paisajes de ensueño que tal vez nunca vayamos a visitar. Apenas vemos gente y el tráfico es escaso; es un rinconcito de Europa.
Pasamos la aduana, entrando otra vez en la CE; una vez en Italia nos sentimos más afines tanto por carácter como por idioma.

Transitamos hasta Cividale, prometida por la guía como espléndida villa del Friuli, digna de ser visitada si merodeas la zona. Al igual que Udine, sede de importantes acuartelamientos del ejército italiano, que se hacen notar.

Disfrutamos mucho de nuestra tarde en el pueblo, que nos recibió con un clima más benigno que el esloveno aunque igualmente frío. El ambiente en las calles, la gente, la arquitectura, los comercios nos hacían sentirnos más reconfortados. Cenamos espléndidamente en un precioso txoko y pasamos la noche en un Albergo muy agradable en el centro del casco medieval.

j27: Cividale del Friuli⇒Udine⇒Ovada (Ovada, albergo Vittoria). 

La constante actualización de planes entre Beatriz y yo nos condujo esa mañana, tras desayunar en el Albergo, a la ciudad de Udine, capital del Friuli, de apenas 200.000 habitantes.

En dicha ciudad recibimos sin lugar a dudas uno de los mayores impactos de todo el viaje, al vernos rodeados de tanta belleza en calles y gentes. El sol, que iluminaba cálidamente a finales de septiembre, nos alumbró una sucesión de maravillosas estampas de esta pequeña y elegantísima ciudad europea. Poco más puedo añadir a estas escuetas pero sinceras palabras.

De haber sabido lo que nos iba a ofrecer, tal vez hubiéramos pensado en quedarnos allí todo el día.
Abandonamos este oasis de aparente sociedad civilizada para continuar la cansina ruta por autopista hasta Ovada, a reencontrarnos con el bigotitos del Albergo. Ya de noche caminamos hasta el casco urbano para cenar, esta vez en un elegante y cálido restaurante de agradable servicio.

v28: Ovada⇒Carcassonne (camping de la cité). 

Otro día de paciencia al volante por Europa, seguimos con buena climatología, que es muy de agradecer. Ya a la tarde llegamos a Carcassonne, oliendo a los Pirineos, que es casi como estar en casa ya. 

Recorremos la Cité medieval, una vez instalados en una parcelita del amplio camping de la ciudad, algo desganados. Las vacaciones llegan a su fin y entrar en este impresionante recinto amurallado no nos impacta demasiado. Quizá nos desilusiona el hecho de ver por primera vez en las dos semanas, y en toda su crudeza, el negocio del turismo: Comercios y restaurantes por doquiera, políticas “comerciales” tan agresivas como ridículas, etc.

Recorremos la ciudad medieval y nos batimos enseguida en retirada. Amenaza lluvia, el viento es de tormenta de verano. Afortunadamente no pasa a mayores. Cena de hornillo, con nuestras últimas comiditas, y al saco. Mañana en Donosti.

s29: Carcassonne⇒Donostia (!)

Medio día de viaje más y en Donosti. Hemos ido, hemos visto y disfrutado, hemos vuelto.

martes 25 de diciembre de 2001