lunes, 17 de mayo de 2004

En algún lugar de la Montaña Palentina

uno de los mejores paisajes della mía vita

"... el 16 de mayo se fueron tempranito a un pueblo que está en la "Ruta de los Pantanos", entre Cervera de Pisuerga y Velilla de Rio Carrión. Era un dia de primavera clarísimo, y de buena mañana comenzaron su excursion, como tantas otras veces. Rodearon parte del embalse (al otro lado del cual esta el Parador de Turismo de Cervera), y se fueron internando en el bosque, robledal sobre todo, oscuro y muy tupido. Iban subiendo por una pista tapizada de verde, de pendiente suave, tranquilamente. Cada uno por una orilla de la misma.

En un determinado momento, al dar una curva y verse lo que seguía, Mercedes empezó a vislumbrar algo que se movía en el bosque. En estos casos la mente tarda en reaccionar. Aunque los pensamientos son raudos, siempre buscamos respuestas inmediatas, no paramos de darle al coco. Mercedes pensó, en unos milisegundos, algo asi como: "Uy, que vaca tan rara, que no tiene cuernos y tiene un cuerpo tan rechoncho..." Pasados esos milisegundos en los que el cerebro no es capaz de darse así mismo una respuesta certera, Mercedes le dice en voz alta a mi hermano, que estaría en la luna: 

- "Oscar, eso de ahí es un oso".

Mi hermano, cuando reaccionó, efectivamente identificó un ejemplar adulto de oso pardo, de pelo brillante. Un oso en toda regla, vamos. Oscar me dijo que no sabe exactamente porqué, pero que le vino a la mente que era un ejemplar hembra. 

Los tres, así pues, Mercé, Oscar y la osa se encontraban frente a frente, a unos 10 metros de distancia. Mirándose fijamente. Sorpresa morrocotuda para todos los implicados; tremendo despiste de la osa que, en condiciones normales, no hubiera dejado acercarse a un "humano" a más de un kilómetro. 

La adrenalina bombeando.

Bien pues, la osa, presa del gran susto, y posiblemente criando (dada la época del año), lo que acto seguido hizo fue, abrirles la boca, sin gruñir, parece, y empezar una carrera hacia ellos, ni más ni menos. Los dos excursionaistas más inofensivos de toda España estaban siendo atacados/perseguidos por un oso pardo adulto, y tenían menos de 10 metros para reaccionar.

En esto, mi hermano le dice a Mercé, a la que tenía agarrada del brazo: "Mercedes, date la vuelta y ¡corre!" Los dos excursionistas más inofensivos de España salieron pitando (supongo que batiendo el record de velocidad, al menos, de la provincia de Palencia) pista abajo, despavoridos. A los segundos, a ese tiempo indeterminado en que se pierde la nocion de las cosas, Oscar tuvo los arrestos de mirar de reojo hacia atrás, pensando que, o lo tenían oliéndoles la espalda, o ya se había parado. En ese instante pudo ver cómo la osa comenzaba a darse la vuelta y emprender su carrera hacia arriba, a protegerse en la espesura del bosque.

Los bosques de la Montaña Palentina esconden estos secretillos que te pueden quitar por una temporada, como le ha pasado a Oscar y Mercedes, las ganas de adentrarse en ellos. Ver un oso en libertad en España es un acto verdaderamente anormal, rarísimo. Incluso los aldeanos que están toda su vida en esos montes nunca ven ninguno. No verlos es lo normal. Pero aún existen, afortunadamente. 

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