jueves, 9 de septiembre de 2004

Crabioules Occidental (3106 m) vía normal Chimenea Mamy. Valle de Literola-Macizo de Maupas, Valle de Benasque, Pirineos


fecha 09.09.04, jueves.

dificultad/carácter II PD. Ambiente de alta montaña, largo y con trepada final nada desdeñable, a pesar de tratarse de la chimenea de la vía normal.

grupo Alberto, Aiert y yo.

base Barranco de Literola, 1600m.

tiempo total 07h10’.

horario barranco Literola 6.00h, ibón Literola 9.20h (cima A&A 11.30h), barranco Literola 12.30h.

foto digitales nikon de AFC y Aiert.

comentarios Hice esta ascensión en travesía pero nada impide el volver a bajar hacia Benasque, sea por el mismo Lliterola o por Remuñe, si se quiere variar un poco. Si bajé a Espingo y no dormí en el Portillón fue por falta de sitio; esta segunda opción sería lógicamente más práctica (echar cuentas que, al día siguiente, subiría Gourgs Blancs...).

Aunque la cara sur de Crabioules es muy fácil, son muchos metros de verticalidad: no hay que tener técnica pero sí experiencia y decisión.


la chimenea del Crabioules

Detalles ruta Desde Benasque, según se cruza el Puente de Literola, hay un ensanchamiento a la derecha donde dejar los coches y, a la izquierda, una senda que sube por un terraplén de tierra. Un cartel indica que es el camino a Literola. La senda se mete al poco entre vegetación y, más arriba, sale a unos prados abiertos. El camino va siguiendo el cauce del barranco, separándose a veces un poco, y siempre está bastante claro y, por si fuera poco, los hitos van jalonando su traza. 

Tras pasar a la altura de la Cabaña del Forcallo, que queda lejos al otro lado del barranco, la senda se mete en el cauce y el terreno se empieza a hacer algo más pedregoso y movido, sobre todo a partir de una poza, ideal para parar a descansar un poco y refrescarse. En todo caso, no se trata más que de caminar siguiendo los hitos hasta llegar al Lago de Lliterola y rodearlo por la derecha (E) para ganar el diminuto glaciar de Lliterola, que yace al pie de la cara sur de Crabioules.

A la derecha, hay un nevero que sube en la vertical de la cumbre oriental; ganamos por él toda la altura que podemos hasta toparnos con la roca. Este nevero, lo he visto siempre con dos ramas en la parte superior. Yo tiré por la de la izquierda, que es la queda justo bajo cumbre. A partir de aquí, cambia el panorama. Ahora se trata de trepar, enlazando fisuras y terrazas, lo más vertical posible para ir a dar directamente al Crabioules Oriental. No dejarse asustar por el aspecto de la pared: la trepada no presenta dificultad (nunca se debe llegar al III) aunque supone superar más de 150 metros de pared. Si encontramos algún paso más fuerte, retroceder un poco y buscar: eso es que nos hemos salido de vía. Una vez arriba, seguir la cresta, afilada pero regular y cómoda, hasta el Crabioules Occidental.

Para bajar, seguir un poco la cresta, que gira al noroeste, más allá del Crabioules Oeste, hasta ver enseguida un corredor que baja a la izquierda. Es empinado pero muy fácil, con el fondo lleno de escalones y las paredes de los lados de agarres. Va a salir al tubo que baja del Collado de Lliterola al Lago del Portillón de Oô. Una vez aquí, se coge, junto al pequeño Refugio del Portillón, el camino que baja a Espingo que, ancho y hasta con tramos empedrados, nos llevará sin más sobresaltos hasta una buena cerveza, una buena cena y un merecido descanso.

No estaba realmente motivado para este ascenso y finalmente se tradujo en retirada a la altura del ibón de Literola. Los pies me dieron, como casi siempre, quebraderos de cabeza, esta vez por una elección equivocada de las botas (las Nepal Top), precisamente porque las Makalu también me provocan dolores. Es decir que entre el handicap de los pies (aun tengo las uñas de ambos dedos gordos negras-21/9/04) y la poca motivación para un pico lejano y aéreo, me fui bajando por el valle, poco a poco, mientras las locomotoras sacaban chispas hacia la chimenea y posterior cima del Crabioules. Renunciaron al Oriental (el más alto) pues su arista clásica les hubiera retrasado mucho y además soplaba un peligroso viento en la misma.

Yo les esperé junto al coche asándome de calor y viéndome atacado por una horda de saltamontes de lo más pesados.

De vuelta, otras 5 horas largas hasta Donostia, con tremenda tormenta en la autovía navarra.

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