Entre los valles interiores de Lastur, las olas del peremne Cantábrico, los polígonos industriales de glorioso pasado y dudoso presente, y el fenómeno multi-capas del flysch, el Andutz se eleva tímido, como última ola de piedra que levanta el macizo de Izarraitz desde las honorables tierras Ignacianas.
Mi llamamiento umeekin mendira a posibles acompañantes, a la vista de una buena méteo para el fin de semana, no tuvo éxito, pero no me achanté y fui capaz de hacer ver a los niños que esta vez no tendrían escapatoria: Lucharíamos por la cima.
Y las duras rampas (e incluso resaltes rocosos) de acceso a la arista cimera del Andutz nos dieron el punto justo para desear comernos el arroz en lo más alto, junto a la cruz en un pequeño prado salpicado de rocas calizas con label. Y lo que hizo que deseasen beber agua, e incluso Aquarius, no fue tanto esas duras rampas, sino es que ¡no callaban los tíos!
Y en el descenso no hubo mayor desafío extremo que intentar llegar a la carretera sin mancharnos de barro más allá de los tobillos.
Postdata: Y para los que gustan de los buzones en las cimas: Aquí hay dos. (¿Un pique entre clubes? ¿El oficial y el ilegal?) Uno junto a la cruz, otro junto al vértice geodésico.
2 comentarios:
Me he quedado embobado viendo pasar las fotografías.
Ese arroz, parecen migas de pastor. ¡Uhm!
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