martes, 13 de agosto de 2024

Absalón, Absalón (Faulkner)


ha sido un esfuerzo y un reto, solventado con éxito suficiente para mi humilde autoexigencia.

Como el denso texto de abajo, así con más de 420 páginas: 

"... En efecto, allá en su patria, la tierra era de todos y de cualquiera; y quien se tomara el trabajo de erigir una valla que encerrara una parcela y dijese después: "esto es mío", estaba loco. En cuanto a objetos, nadie tenía más que otro, pues cada uno era dueño de cuantos en energía y su valor le permitían obtener y conservar, y solamente un demente se tomaría el trabajo de reunir más que lo estrictamente necesario para comer o canjear por whisky y pólvora. Por eso no adivinaba la existencia de una región minuciosamente subdividida y limitada, habitada por gentes cuidadosamente subdivididas de acuerdo con el color de sus respectivas epidermis y la importancia de sus posesiones, un país donde un puñado de hombres posee no solo el poder de vender, cambiar, dar muerte a vida u otros, sino una muchedumbre de seres humanos que ejercen los oficios inferiores, las acciones interminablemente repetidas, como el escanciar el whisky de la botella y colocar el vaso en la mano del bebedor, o quitarle a uno las botas para irse a la cama; las cosas que el hombre ha hecho por sí mismo desde el comienzo del mundo y hará hasta la consumación de los siglos; las cosas que nadie hace con gusto, pero nadie tampoco pretende evitar, como no podemos evitar el esfuerzo necesario para masticar, respirar y deglutir... "

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