domingo, 6 de abril de 2003

Larrun


Pirineos-Lapurdi-Altos Costeros Larrun 900 m Petit Train de Larrun-Sendero Col St.Ignace I/F 

Han sido 75 años ya desde que el Pequeño Tren de Rhune sube las mismas laderas, pero dónde nos toma tan valientemente ? 30 minutos de subida a 8 kilómetros por hora para encontrarse a 905 m de altura; ¡en la cima de las primeras colinas de la cadena pirenaica, dónde un panorama de 360° se oferta a Ud! Una vista excepcional sobre toda la costa vasca hasta las playas infinitas de los Landes y también sobre las 7 provincias vascas. 30 minutos de subida para descubrir la fauna y la flora tan característica de Larrun. Podemos observar con mucha frecuencia los pottoks (pequeños caballos salvajes vascos) que viven todo el año en total la libertad sobre las laderas de la montaña. Los encontramos en alturas diferentes según el tiempo y la temporada. Los buitres hacen un vistazo por la montaña en la búsqueda de su comida. Esta raza, en el proceso de desaparición, fue reimplatada satisfactoriamente, hace algunos años. Manechs - ovejas vascas - con el largo pelo y con la cabeza negra se cuelgan también sobre la montaña y allí, apacentan traquilamente. Ud. puede verlos más cerca si requiere tiempo para bajar a pie por el camino delimitado en verde hasta la estación del puerto de Santo Ignacio. Ya hace mucho tiempo que nuestro Pequeño auténtico Tren de cremallera sube hasta la cumbre de la Rhune (905 metros de altitud). La primera vez fue el 30 de junio de 1924. Todo el material usado hoy es de época. En Mayo, 1996, el Tren de La Rhune da la bienvenida a dos nuevos coches. ¿nuevas? No realmente, si consideramos su fecha de fabricación : en 1924 por los establecimientos Soulé de Bagnères de Bigorre. Estos coches de madera, como todas las del parque, han sido completamente restaurados al idéntico. Dos empresas locales lo hicieron : Barland y Telletchea. La empresa de mecánica Barland, en Bayonne, es la única que posee todavía los planos de origen de los coches. Ella tuvo cuidado de la restauración de los órganos de de movimientos y del bastidor de los coches. Son más de 1000 horas de trabajo de arte especializado. La empresa de taller del carpintero Telletchea de Ascain volvió a hacer toda la superestructura de los coches usando las mismas esencias de árboles que en 1924 : * El techado es de abeto de Pirineos * El suelo es de pino de Landes, * El revestimiento es de madera de castaño, * La plataforma es de siroco, madera exótica imputrescible de África. Toda la obra representa 1000 horas de trabajo artesanal. Los coches han sido probados durante varias semanas, luego sujetados a las pruebas draconianas de freno para ser declarado bueno para el servicio. Para el mantenimiento, cada año después de la temporada turistica, el Pequeño Tren toma sus refugio de invierno (de noviembre al final de febrero) en los establecimientos Barland. Allí estan deshuesados, verificado y controlado … todo es mirado con la lupa. Los órganos de movimiento y de seguridad son verificados con los ultrasonidos y con el magnétoscopie segun las normas de control del APAVE que dan la licencia para la explotación. Todas estas precauciones son indispensables cuando sabe que hoy, el Pequeño Tren de La Rhune transporta más de 350000 visitantes al año. Después de esta profunda revisión técnica, el tren vuelve a su depósito en el puerto de Santo Ignacio para ponerse guapo para la nueva temporada turistica. Allí también, todo esta hecho a fondo : los asientos, las plataformas, los revestimientos de madera internos y exteriores son barnizados, las cortinas son lavadas,... el tren está finalmente listo para el Santo Joseph: el 19 de marzo, fecha de apertura de la temporada nueva. La pequeña estación típicamente vasca del puerto de Santo Ignacio es también repintado cada año para dar la bienvenida a nuestros clientes. 

dificultad, carácter: Descenso del Larrun por la vn del collado de St.Ignace (vertiente Sara), tras haberlo ascendido en el pequeño tren de Larrun, desde el mismo collado. 

grupo: Beatriz con Harry, Raquel, Bidane, Javier, Ainhoa y yo. 

fecha: domingo, 6 de abril de 2003. 

meteo: Niebla matinal, viento frío de primavera (NE); más tarde despeja, hacia el mediodía, y queda una tarde espléndida. (A&A, IB y Rosa no pudieron subir al Ganbo por la niebla). 

f: Sensia 200 en la Nikon F70; las pasaré a CD. 

m+: otra ruta de running a cima. route: St.Ignace-Larrun en tren. Larrun-St.Ignace a pie. 

desnivel: 730m de descenso a pie. 

Salimos de Amara a las 9 de la mañana, seis en dos coches. Nos acercamos hasta el Col de St. Ignace (170m), que separa los términos de Sara (Este) y Ascain (Oeste). Aparcamos en el amplio parking, y sacamos el ticket de sólo subida a cima (9€ c.u.). El tren sale a las 10 horas, pero esperan 20’ hasta que se llena de gente. Finalmente, se sube un operario y arranca suavemente el bonito aparato. Las primeras rampas son bastante empinadas, aunque las hay más todavía en los tramos finales. 

A medio trayecto, tras pasar por la vertiente Sur bajo la cresta de Altxanga, los dos trenes se cruzan, previo cambio manual de agujas por parte del que antes llega. Acomete poco después la ladera final, describiendo una fuerte “S” antes de depositarnos en la estación muy cerca del repetidor de la cima. El viento Norte es frío, y aunque se adivina el buen tiempo en alturas superiores, no podemos, a esta hora (10:50h), disfrutar del amplio paisaje de este monte. Optamos por hacer tiempo en una de las Ventas (en realidad la única abierta ahora), y nos tomamos un sabroso caldo. Tras el aperitivo, el cielo se va quedando azul, y tras un titubeo en cuanto a la ruta, empezamos a bajar correctamente, por la ladera Norte, hacia el Col de Trois Fontaines, desde donde sube un montón de gente. Parece un gran clásico pirenaico. Bueno, es que lo es realmente. Aprovechamos una contracción muscular de Beatriz para sentarnos en el camino y picar algo. Las abundantes flechas verdes nos guían en el evidente descenso hacia el collado. 

El tramo final es empinado, pone a prueba algunas rodillas. Beatriz ve entretenida, hablando de pisos con Ainhoa. Una vez en los coches, y dado que estamos cruzando el mediodía, decidimos pasar al lado navarro por el fronterizo Col de Lizarrieta, hacia Etxalar. Casualmente, los tunning-boys han invadido el col, pues se celebra un rallie, parece, y Etxalar se encuentra invadido por los amantes del motor, sus amigos, sus novias, y sus coches más o menos estéticamente destrozados. Así pues, les proponemos ir hasta Lesaka, que es más grande y donde habrá menos gente. Efectivamente, y a propuesta de Betcha, nos sentamos a la mesa del restaurante donde se sitúa el Barnetegi del pueblo, donde ya estudió ella en tiempos. Comemos muy bien, a módico precio (14€ c.u.). 

Es justo lo que necesitábamos. La siestita que me acontece en uno de los puentes de piedra sobre la erreka, al Sol, es una gozada, mientras las loritos le dan al palique. Un paseo más, para ayudar en la digestión, y volvemos a los coches, prácticamente a las siete de la tarde. Beatriz me dice lo a gusto que ha pasado la jornada, al igual que yo. Se me hace original esto de “descender” un monte. Aunque pueda resultar frívolo o cachondo leer esto al lado de la ficha del Pimené, yo considero la montaña, y la actividad que desarrollamos en ella, de una manera global y de igual a igual, así que el ascenso en un tren de cremallera al primer monte característico de la cadena desde el Oeste, la considero interesante para escribirlo aquí. Y todo esto, mientras veo tetas bambolearse en “Hotel Glam(our)”. 

Donostia, 7 de abril de 2003.

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