Estamos en los ochenta: telón de acero, penurias económicas, y sobre todo muchas ganas de escalar. Un extenso grupo de alpinistas (alpinisten sportgruppe) polacos, con motes como El abuelo, Frankestein, Pincho o Peludo (duros y humildes alpinistas del Este frente a los lolos franceses) se establecen en un campamento más o menos ilegal en los alrededores de la meca de las Grandes Montañas europeas, Chamonix. Alli se suceden multitud de historias, aventurillas y episodios macarras y desternillantes. Siempre con desorden, ironía y acidez. Desamores incluídos (historia de amor imposible con burguesa francesa).
Se lee en un par de largos.
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