martes, 29 de junio de 2010

Una historia verdadera

foto de B. Irasuegi

"Ayer salí con la bici, con intención de subir Aritxulegi, bajar a la presa, y vuelta para casa por el mismo camino. Fuí por el bidegorri de Arditurri, subí Aritxulegi, bajé a la presa, y me dió un ataque de nostalgia, medio emocionado, recordando antiguas épocas por esos lares.

Fue como un ataque infinito de libertad, pensando que jamás volvería a pasar por ahí sobre dos ruedas por mis limitaciones físicas. Solté un irrintzi, tras cerciorarme por delante y detrás que no venía nadie, y tras esa descarga de aderenalina, en vez de darme la vuelta afronté Agiña todo engorilado, y sin pensar muy bien la factura que me podía suponer luego (es igual, para eso está el molvil jojo). 

En la cima de Agiña, aunque cansado, el pulsómetro tampoco se había disparado más de las 177 pulsaciones, y en un acto de inconsciencia, y sin pensarlo dos veces, me lanzo a Lesaka a tumba abierta. No llevaba ni bidón de agua, sí una barrita energética. Segun desciendo voy pensando que cuando llegue a Lesaka, me bebo la primera fuente que encuentre, y me como la barrita. 

Todo una gozada hasta ese punto; sabía que era mi parte disfrutona del día, y todo lo demas iba a ser sufrimiento por mi falta de preparación, para llegar hasta casa, por la carretera: Lesaka, Bera, Endarlatza, Behobia, Gantxurizketa, Rente, Alza, Lau Haizeta, Intxaurrondo, Egia. Y así fue, al final me bebí una fuente de Bera, me comí la barrita, y me puse poco a poco, con viento en contra, mientras los cicloturistas me pasaban como una exhalación con sus bicis de carreras "última generación". 

Llevar una BTT es un gran hándicap, y se nota un montón la diferencia en cuanto a la velocidad de crucero. En Gantxurizketa ya me doy cuenta de que no llego a casa sin echar gasolina antes, y tras pasarlo como puedo, me desplomo hasta Rente, donde decido buscar una tienda para comprarme un Aquarius y algo para comer, lo cual me permita llegar a casa. 

En la Alameda, se me cae hasta el culote al suelo, al ver que están en plena fiesta gallega, con unas costilladas, raciones de pulpo y quesos de tetilla, regadas con ribeiros y albariños. Voy con un pajarón de "aúpa". 

Me quedaba con estas buenas gentes hasta al anochecer bailando muñeiras si hiciera falta, con tal de que me dieran de comer, pero recapacito seriamente, y busco mi tiendita. La encuentro, y me lanzo sin saludar, al frigorífico de las bebidas, buscando sin éxito mi deseado premio. El dependiente me caza desde un principio y me dice "buscas el Aquarius ¿no?". Asiento cual primitivo, y le señalo también una chocolatina de kinder bueno de chocolate blanco. El cuadro de mi persona engullendo dicho avituallamiento sentado en los bajos del ayunta de Rente es ridículo a la vez que gracioso. 

Tras el repostaje, última parte del trayecto, con una mirada nostálgica a los puestos gallegos, y ya sin prisas poco a poco consguimos llegar a casa, con la sensación de "jodido pero contento". Una duchita reparadora, y al ir a salir de la ducha ¡¡¡¡zassss!!!!, al levantar el pie le he dado una patada al riel de la mampara, que es metálico, justo con la esquina, y en un momento se me ha llenado la bañera de sangre, con un buen tajo entre el talón y la planta del pie, pero bueno, ..., esa es otra historia ;-)".

texto: A.F.C.

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