lunes, 9 de junio de 2008

Enkarterriak, Montaña Vasca




24 y 25.05.08. Ya no me acuerdo por qué hemos ido a pasar este finde a las Encartaciones, y no a otra zona. Es caso es que no la conocíamos; se trata de una comarca con personalidad propia dentro de Bizkaia. Una personalidad, en realidad, mezcla de varias: Vasca, castellana, cántabra.

A Balmaseda, con la autovía que han abierto en marzo o abril de este año entre Bilbo y Zalla, se llega en 1h20’.

Balmaseda es afamada sobre todo por la celebraciones especiales que hacen en la Semana Santa, con representaciones teatrales de la pasión, etc., en las que el pueblo se debe volcar. La verdad es que es una villa con mucho ambiente; mucha gente en la calle, incluyendo las cuadrillas de txikiteros profesionales.

La sociedad que coordina y dinamiza las actividades turísticas de Las Encartaciones es “Enkartur”, cuya oficina central está en el casco de Balmaseda. Allí hice recolección de los folletos turísticos que tanto adoro. La verdad es que ofrecen una bonita, atractiva y dinámica imagen. Me llamó sin embargo la atención, en mis prospecciones previas en internet, que la web turística de la diputación vizcaína es bastante deficiente… me extrañó bastante. Eso sí, la web de Enkartur está muy bien, tanto como que es completamente nueva.

Me he liado; el caso es que allá anduvimos por Balmaseda, el sábado por la mañana, de burro en burro. Digo esto porque hay una muestra de burros de las Encartaciones decorados de multitud de formas a lo largo y ancho del pueblo (incluso los hay en el Museo de “Boinas La Encartada”). Así que eran los mismos niños quienes iban corriendo calle arriba y calle abajo tras estas esculturas a tamaño real del noble animal.

También se disputaba una etapa dolomítica en el Giro, en la que Contador se pondría de maglia rosa, así que me metí en el mítico bar “Los Gemelos”, en el que, o estaba puesto el Giro, o estaba puesta la pelota. En estos bares de txikiteros y jugadores de mus no ponen “mariconadas” como la F-1 y la Moto GP… Por cierto, impresionante documento (otra de las ventajas de este tipo de bares): Un cortado, 90 céntimos. Eso sí, sin “glamour”. Pero, ¿quién quiere glamour para tomarse un cortado?

Tras proveernos de la merienda en “Erkoreka kalitatea”, pasamos ya a adentranos un poco en Enkarterriak, concretamente a nuestro alojamiento de hoy: Amalurra es un “conceto”. Yo llegué pensando que era un emporio de bilbaínos para bilbaínos, y resulta que es una historia que montaron hace más de quince años unas parejas con intereses en organizarse un modo de vida alternativo y en común. Esta pequeña/gran historia de toda una hazaña se puede ver en imágenes y textos a la entrada del comedor. Amalurra es un gran prado ajardinado, donde encontramos las diferentes áreas que proporcionan una experiencia seguramente bastante diferente a otros “resorts” turísticos. Como vimos, mucha de la clientela no va simplemente a alojarse, sino que asisten a cursos/seminarios tipo yoga, desarrollo personal, meditación, etc.

El entorno es precioso, claro. Muy verde, con muchas flores en todo el recinto (sobre todo rosas). El Kolitza, monte-icono de la zona, al fondo, con su bonita forma piramidal. Y otro monte muy muy cerca, con una bandera ondeando en la cima, al que no hacía más que mirar, intentando calcular cuánto tiempo me haría falta para subir y bajar, por dónde tendría que ir… en fin, lo típico en este aficionado a complicarse la vida en estas disquisiciones.

La tormenta que cayó durante la cena fue preciosa; en realidad fue precioso estar cenando en un comedor tan agradable, con un ambiente tan relajado, viendo y oyendo la tormenta en el exterior.

La noche la pasé mal; Demasiada cena+cama extraña. Sufrí un pertinaz insomnio desde las dos hasta las seis o más. Estuve rotando entre varias camas durante la noche, además. Pero al menos los niños pasaron buena noche.

El sanísimo desayuno del domingo no lo apoveché debidamente (¡cenar poco, desayunar mucho!).

La ruta del domingo no pudo ser muy xtensa, tan sólo pudimos asomarnos al gran valle de Karrantza, enclavado dentro de Enkarterriak. Pasada la isla cántabra de Trucíos, se accede, tras un desvío en la ruta hacia Biáñez, al alto de El Suceso, donde te encuentras con una plaza de toros; curioso de veras. En realidad te encuentras, de izquierda a derecha: Una ermita, la plaza, y un caserío, de tipología semejante a la guipuzcoana. La señora del caserío, que allá andaba al acecho, nos colocó un par de quesos curados de oveja. Menuda negocianta.

Subimos hasta el mirador de El Suceso, desde donde las vistas hacia Karrantza son espectaculares.

De vuelta ya hacia Balmaseda, paramos en el museo de las Encartaciones, en La Abellaneda, sin mucho éxito (niños dormidos, pocas ganas de ver museos).

O sea que “carretera y manta”. Pasamos de Enkarteriak al valle de Aiara/Ayala, por una carretera que transcurre por territorio burgalés. El parque recreativo que hay junto a la iglesia de Ntra. Sra. de La encina está impracticable porque la hierba está a rebosar de agua. Bajamos a Artziniega. Si ayer comimos bajo los soportales del Ayuntamiento de Balmaseda, hoy lo hacemos en el frontón cubierto de este (bonito) pueblo, de los más importantes de Aiara.

Finalmente la cosa termina en lluvia. Bueno, en tormenta.

Así que llegamos a Gasteiz bajo la tormenta, admirando otra vez el maravilloso bosque de Barazar, y recordando la bestial tormenta que nos retuvo 1/2h en un túnel de la autopista entre Murgia y Gasteiz hacía varios meses. Fotos aquí.

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