miércoles, 30 de noviembre de 2011

Elmer, Egino





Egino vía "Elmer" (220 m, D sup). Altzania, Valle de Asparrena, Montaña Vasca

No dejo de pensar en mi walkie nuevo. Su pareja descansa en un cajoncito de Ikea, calentito, seco y apagado, junto a otros cacharros eléctricos medio obsoletos. Mientras, él, lleva ya tres vivacs a pelo, sin saco, alimentos ni agua. No se si seguirá vivo. Quizá intente contactar en alguna frecuencia de alarma, y haciendo ruiditos ggggg-ggggg, cada cierto tiempo, en lenta agonía.

Así a lo mu tonto, el domingo pasado nos plantamos en Egino antes de las ocho de la mañana, con una Llanada Alavesa tomada por el frío y la niebla, pero aun sin demasiada ansia. A las nueve iniciamos la vía Elmer (gracias obligadas al aperturista y equipador, Antxon Gorrotxategi, y a la excelente labor del autor del blog "Escalando" por sus magníficas propuestas y presentaciones).

Llevábamos de tó; más de lo necesario. Yo, sobre todo, michelines. De segundo "se vive bien", sólo me tengo que ocupar de asegurar bien al primero, de ser lo menos lento posible en recuperar el largo, de no atrancarme en los quintos, y por supuesto de disfrutar todo lo que se pueda.

Estábamos solos. No tenía pinta de que fuéramos a tener compañía en todo el día, a pesar de ser del todo benigno. Solo los buitracos, que pasaban muy cerca, con ese zumbido alar suyo fffffffffffffffffff.

Durante la escalada, nuestros walkies (muy prácticos para comunicarse entre reunión y reunión) estaban en la misma frecuencia que una familia que se encontraba por allí haciendo un txango. Los comentarios tipo "venga que tenemos que ir a comer", un niño diciendo "yo no estoy escalando", o cantando "ran rober ran, popo-popo-poporopo... " le estaban poniendo a mi compa el 1º de cordada de los nervios. Era surrealista estar entrando en una placa de 5b, o intentando meter un camalot morado en una fisura, y estar escuchando a aquellos alegres excursionistas entre los ggggg-ggggg de mi amado nuevo walkie.

Ahora, una vez acabada la ruta, y tras la descompresión que te lleva a reirte y estar alegre y relajado, fue cuando los mensajes rozaron lo sublime:

- ggggg... Aquí hay unas vacas. Me están mirando, ¿qué hago? ggggg...
- Torearlas ggggg...

o, el toque escatológico infantil:

- Patxi se va a parar a cagar ggggg... 
- ¿?
- Patxi* está ahora cagando ggggg...


Después de aquella fiesta de la comunicación radiofónica, uno de mis walkies cayó y se perdió. (Llámame).

El gusto que nos quedó tras aquel día fue de los que dejan poso. Hace mucho que no escalábamos. Recomenzamos en Ataun, alotonto. Seguimos en Aiztondo, y ahora seis largos en la Elmer de Egino. Es un deporte duro, buff, exigente. Pero requiere una concentración y empeño tales, que solo existe ello mientras lo practicas, y la sensación de liberación al acabar es muy placentera. ¡Y es montaña!

(*) Patxi es un nombre en clave. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

jjajajjaa, muy bueno.